martes, 26 de febrero de 2019

La lógica del hambre

No será hoy, no será mañana y, tal vez, tampoco pasado mañana. Entonces, ¿para cuándo? Y, entonces, la impaciencia, la desesperación y se van soltando los frenos de la sensatez. El ritmo de la alta política (también de las bajezas políticas) es muy distinto al de las necesidades inmediatas. Más claro aún: el hambre y la muerte no esperan. Si se entiende esto, a pesar de y con toda la racionalidad, no es difícil aceptar por qué el necesitado, el hambriento y el enfermo claman y les cuesta pensar y su espera es un suplicio como el de Tántalo: el mito es la vida cotidiana, es la realidad de muchos.
El tirano sabe muy bien que ese suplicio no puede prolongarse y a eso apuesta; su carta es que los Tántalo terminen doblegándose y rindiéndose a la opresión. Y quienes procuran moverse en lo razonable, en la cordura y con calma para no fracasar, no tienen otro enemigo peor que el tiempo del que padece, porque el estómago y la enfermedad no dejan resistir por mucho tiempo.
Así estamos hoy en Venezuela, desde hace varios años. La tristeza en los rostros que se ven en las calles, con toda la esperanza del vamos bien hasta convertido en canción, marchan con el segundero y con el ansia de ver llegada la hora decisiva, la hora de las horas  y los días se vuelvan respiración contenta y pausada como si se hubiese dado una epifanía.

La lógica del hambre no es la lógica de la historia, por más que ésta se haya urdido por el hambre, madre antigua y atroz de la incestuosa guerra, como declara el poema de Borges. Y quizás, por eso mismo, no sean pocos los que prefieren la guerra y digan, como en la ranchera, si me han de matar mañana que me maten de una vez. Esa es para muchos la encrucijada venezolana, aunque cueste reconocerlo como argumento político: si no lo es, está en la base y es raíz de nuestra situación como pueblo.
El ¿para cuándo? es acicate y tormento: un péndulo entre la absolución y el cadalso. Y, sin embargo, debe privar la racionalidad, urge el imperativo de lo razonable, la decisión tomada a pulso para evitar ríos de sangre que ya son arroyuelos.

Y entre palabras, aciertos, atrocidades, polémicas, denuestos, oraciones, principios y la fe, sigue allí, alzándose como una ola en un mar picado, la lógica del hambre.

2 comentarios:

  1. Mi querido Mario, siempe tocas con tino los problemas más sensibles. Y los más complejos. Siempre andamos buscando que otro nos haga el trabajo de apaciguar un mal que nosotros mismos hemos dejado crecer. Sí, la opresión es la que tiene las armas, el poder y el dinero. Siempre ha sido así. Pero hemos sido cómodos e ilusos. Nos hemos dejado llevar por todo mensaje que nos lanzan como anzuelos en los que quedamos atrapados. Tú me dirás: ¿y? ¿Qué me hago con tus palabras? Lo que haces y sigues haciendo. Pero la nuestra sigue siendo una conciencia solitaria que no tiene como enfrentar a los monstruos que nos manejan. Ni como convencer a nadie. Hemos dejado hacer, hemos acompañado en silencio el empoderamiento del horror. Nos han reducido al hambre, estado en el cual la lucha se deshace en muerta lenta y atroz. Han suplantado nuestra ucidez por un cocktail de mensajes que nos dejan en total desamparo. Y sin embargo, Mario, solo podemos seguir haciendo lo que siempre hemos hecho, prender candiles diminutos, donde y como podamos. Volvemos a estar solos -en realidad siempre lo hemos estado, y no me reiero al tú o al yo, sino al hombre anonimo y colectivo de este expaís tan pletórico de riquezas como en muerte. y sólo nosotros podemos hacer algo. Ninguna de las fuerzas de allá afuera o internas les preocupa mucho el hambre o la muerte del otro. Sobre eso han consruido siempre sus poderes, a través de cualquier justificación. Y de tanto estirar de uno y otro lado nos han convertido , a los humanos, en desperdicio para aves de rapiña. Y en medio de ese horror, hay que seguir resistiendo con lo mejor que tengamos. Mi abrazo tan grande como antiguo. Gracias siempre por este compartir.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Mery, una vez más, por tus alentadoras palabras en medio de este terrible desasosiego en que se ha convertido este país.

    ResponderEliminar

Horror por el tiempo: Juan Gabriel y María Zambrano

  Mario Amengual De inmediato, lo sé, el título que encabeza esta página apresurará juicios negativos o un rápido e indiscutible rechazo: ...