lunes, 13 de julio de 2020

Cada día estamos más lejos

Mario Amengual




Cada día estamos más lejos y no por los mares, llanuras y montañas que nos separan, sino que como el bolero dicen que la distancia es el olvido. Hay soledades de soledades, pero una de las menos llevables es la de quienes padecemos la partida de nuestros amores a tierras lejanas.
Una hermosa palabra proveniente del griego y muy sentida en el español define ese sentimiento incomparable: nostalgia. Y ella se hermana con otra palabra que suena a lo que significa: melancolía. Ambas se unen y se conjugan para que quienes las sentimos estemos cada vez más lejos en un mundo donde todas las formas del poder y la tenencia de dinero son el polo magnético de casi todas las almas.
Cada día estamos más lejos y más de uno está enterrado en vida, y más de uno envuelto en sus insatisfactorias imaginaciones y no hay licor ni distracción que aplaque las arremetidas de esas dos hermanas de la ausencia y los sentimientos arrasados.
Y de tan hondo sentir a esas eufónicas hermanas puede llegarse, como Verlaine en uno de sus sonetos saturnianos, La angustia, a decir:
Naturaleza, ya nada tuyo me conmueve,
ni los campos fecundos, ni los ecos lejanos
de dulces pastorales, ni las pompas del alba
ni la solemnidad doliente del ocaso.

Ya me río del arte, del hombre, de los cantos,
de los versos y de los viejos templos griegos,
de las torres que al cielo alzan las catedrales,
ya con los mismos ojos miro a malos y a buenos.

No creo en Dios, abjuro y reniego de todo
pensamiento, y en cuanto a la vieja ironía
y el amor, bien quisiera que no me hablaran más.

Cansado de vivir, con miedo a la muerte,
mi alma está dispuesta a todos los naufragios,
semejante a un esquife, juguete de la mar.

Y es esa armoniosa sinceridad y valentía de Verlaine, aunque no precisamente en la mejor traducción, la que he venido recordando cada día en esta peculiar prisión que conjuga las amenazas de un virus y toda la perversión de la que son capaces los gobernantes en este mundo donde la sensatez dejó de ser una virtud.
Cada día estamos más lejos, aunque viajemos años luz en la aventura del conocimiento del Universo o nos sumerjamos en las casi infinitas profundidades del mar, porque, de seguir como vamos, nunca llegaremos al único puerto posible y valedero: el corazón.

Sin retirarnos mucho del principio de estas líneas, cada día estamos más lejos de los que se fueron porque la distancia es el olvido, los adioses los estoques y en la soledad nos volvemos espectros.

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  Mario Amengual De inmediato, lo sé, el título que encabeza esta página apresurará juicios negativos o un rápido e indiscutible rechazo: ...