Estas notas no pretenden esclarecer lo que ya muchos sabemos aquí y en buena parte del mundo, son solo opiniones que he venido asentando en un cuaderno desde 2014 y han servido para conversaciones con mis alumnos de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela. Las iré publicando en este espacio en el mismo orden en que las escribí.
1
El
perenne monólogo de más de una década y luego la prédica de un coro destemplado
contra el capitalismo salvaje han terminado por convertir a casi todos los
venezolanos en capitalistas salvajes: manera muy venezolana o muy socialista
bolivariana de cosechar lo que se reniega y se combate. Al menos en ello, justo
es reconocerlo, se ha conseguido aplicar el rasero y alcanzar la total
igualación.
Aquí,
en plena concordancia cívico militar y desde ministros hasta rebuscadores y
buhoneros, pasando por descontentos de la clase media, todo se contrabandea, se
“bachaquea” y se revende, y todo muy
lejos del abstracto precio justo.
Aquí,
en este barranco que hoy es Venezuela, todas las teorías de la oferta y la
demanda y las “leyes” del libre mercado quedaron pulverizadas en lo que podría
sospecharse como parte de un guión perverso para que unos pocos aseguren su
hegemonía en este correlato caribeño.
Cualquiera
de esas ficciones macabras producidas en serie y hasta el cansancio en
Hollywood se queda corta en comparación con lo que aquí, hoy, han conseguido
los en antes encapuchados y filósofos de cafetín, siguiendo las minuciosas instrucciones de un viejo
caballo.
¡Hasta
la victoria siempre!... ¿la victoria de quién?
2
Casi
dos siglos de fantasías igualitarias, muy bien razonadas y argumentadas, se han
convertido en tierra venezolana en el empeño de repetir las pesadillas de otras tierras y de otros
tiempos y de otras existentes (o persistentes). Algo que nadie ha sabido
sustentar más allá de eufóricas declaraciones que lograron exaltar a la masa
venezolana, eso que entre ribetes de ninguna gloria alcanzada llaman socialismo
del siglo XXI, entremezclado con un bolivarianismo caprichoso y manipulado,
sólo ha logrado constatar viejas sospechas y predicciones: “sistema
(centralismo comunista) dictatorial, autoritario y doctrinario que parte del
principio de que el individuo está subordinado por naturaleza a la
colectividad; únicamente de ella le viene su derecho y su vida; el ciudadano
pertenece al Estado como el hijo a la familia, está en su poder y en su
posesión, in manu, y le debe sumisión
y obediencia en todas las cosas”.[1] Lo que podría completarse, para no dejar
dudas respecto a los dominadores de hoy en Venezuela, con una declaración de Engels
que permite colegir que no se refiere sólo a orden y disciplina social:
“¿Vieron ustedes jamás una revolución? Una revolución, señores, es sin duda la
cosa más autoritaria que exista”.[2]
Por
eso, no cuesta nada afirmar que no estamos en este barranco por el mero
capricho de unos pocos descocados, sino por la `puesta en práctica de un
proyecto enfermizo con todas las intenciones de aplastarnos como individuos:
para ellos los festines gracias al petróleo y para nosotros las sobras, las
colas, la impaciencia, el desencanto, la emigración y, en el mejor de los
casos, la resistencia.
Mario Amengual
Excelente artículo Mario: Atreverse a escribir sobre lo que acontece,, en muchos casos sería una osadía. No obstante, llevamos casi dos décadas en este exterminio "rojo", cuyo objetivo claro es dejar el país como un erial. A eso se le suman la cantidad de seres enajenados y en grado de mendicidad que ya cosecha desde hace años la tiranía. Gracias por escribir sobre el tema. Sé que hay que seguir.
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