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A mi modo de ver, una de las peores fallas de la oposición ha
sido y sigue siendo el no enfocar las críticas al gobierno a partir del
lenguaje de sus ahora muchos voceros. Y esto lo digo pensando en esta muy
citada frase de Karl Kraus refiriéndose a los nazis: "Es en sus palabras y
no en sus actos donde yo detecto el espectro de la época".
Recién, el gobierno la ha "puesto bombita" al crear
una comisión de agitación, propaganda y comunicación. Bastaría con preguntarle
a Ernesto Villegas o a Darío Vivas, por ejemplo,
qué significa "agitación" o agitación para qué y por qué en la
Venezuela actual; ¿no se supone que el gobierno promueve la paz y la
convivencia tranquila? ¿Por qué el gobierno tiene que agitar y qué es lo que va
a agitar?
He aquí dos acepciones
del verbo agitar según el DRAE:
tr. Inquietar, turbar,
mover violentamente el ánimo. U.t.c. prnl;
tr. Provocar la
inquietud política o social.
Como puede verse,
agitar no tiene, precisamente, connotaciones positivas.
De aquí en adelante
puede armarse todo un discurso que cuestione y revele las verdaderas
intenciones del gobierno y de los principales voceros del PSUV. Pero la
oposición, lamentablemente, suele morder los anzuelos o pisar las conchas de
mango, antes de Chávez, y ahora de Maduro y su camarilla, y se enredan en discusiones
tontas, a veces legalistas, y muchas otras en innecesarios dimes y diretes.
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A finales de 2009 el
economista venezolano Armando Córdova, previa consulta por teléfono, me hizo
llegar en borrador un texto suyo titulado Socialismo
para el siglo XXI. Sus padecimientos físicos impidieron que pudiésemos
comunicarnos con frecuencia y menos reunirnos en su casa, como habíamos
previsto, para que una vez ampliado y revisado ese texto, yo le prestara mi
ayuda en la corrección de estilo. Murió en octubre de 2011, sin que llegásemos
a pasar de la etapa inicial de ese trabajo, del cual hoy me permito citar
algunos fragmentos, porque, pese a estar inconcluso, nos ayuda a entender sin
mayores complicaciones el “sistema político que hoy impera en Venezuela”.
Comienza Armando
Córdova con lo que él considera una pregunta clave:
¿Tiene sentido pasar, sin mayores explicaciones, por encima
de la historia que vivieron la teoría y la praxis del socialismo “realmente
inventado” durante el siglo XX, y recomenzar desde cero una nueva experiencia
del género en el siglo actual, sin un previo esfuerzo por dilucidar las razones
de fondo de sus esfuerzos por construirlo en el siglo pasado?
En procura de evitar
los mismos errores y de “comprender los factores que expliquen esa frustrante
historia”, afirma:
Para ganar el derecho a que la consigna “socialismo para el
siglo XXI” pudiera ser aceptada como un planteamiento serio y responsable, sus
defensores están obligados a dar una respuesta cabal de las razones de dicho
descalabro. En caso contrario, se estaría, como en efecto estamos, frente a un
uso superficial, irresponsable y aventurero del objetivo socialista como
destino de la sociedad, sin haber penetrado todavía en la real comprensión de
su significado concreto y de sus posibilidades reales de construcción y
operación.
Más adelante aclara que
el alcance de su escrito no va más allá de expresar su opinión sobre lo que
considera los principales errores cometidos en el proceso de construcción de
una nueva sociedad y “que no deberían cometerse en ninguna experiencia futura,
postcapitalista”. Para ello apela al
planteamiento testimonial de Alexander Grilckov[1], convencido de la teoría
marxista, y algunos señalamientos de Lelio Basso[2]. De aquél baste citar aquí
que según su criterio “la primera falla teórica, generadora de muchas políticas
erróneas de la dirigencia inicial de la URSS, fue la de considerar la conquista
del poder político en 1917 como la revolución en sí misma”, sin tomar en cuenta
la desorganización y heterogeneidad de esa sociedad, ni la crítica que Marx
había hecho de ella. De Basso, también refiriéndose a la URSS, basten estas
líneas entre las que cita Córdova:
… se imponía un sistema político y económico que, independientemente de
sus logros materiales, suprimía el desarrollo del espíritu socialista, frenando
la emancipación de los trabajadores y la creación de una nueva sociedad.
En otras palabras, se negaba a la clase trabajadora su
condición de sujeto dirigente de ese proceso revolucionario, con lo cual se
impedía el desarrollo de una conciencia crítica colectiva que debía haber sido
el principal instrumento para la búsqueda de soluciones concretas…
Luego, siguiendo el
hilo de Córdova, “en el plano teórico el primer planteamiento generador de
confusión fue la afirmación del carácter científico de la teoría socialista”.
Esta afirmación, según Córdova, tuvo originalmente un sentido distinto al que
le asignaron (incluso en el actual debate venezolano) algunos militantes
marxistas, “olvidando que con ese calificativo sólo se intentaba distinguir la
teoría socialista marxista de las concepciones idealistas de los llamados
socialistas utópicos”.
Si en este punto el
lector se está preguntando hacia dónde va esta nota, que no parezca una reseña
de lo que escribió Armando Córdova, tiene, en parte, razón; pero este corto
camino de pinceladas teóricas nos lleva a donde quiero llegar.
Lo que Marx defendió como científico fue el producto de sus
investigaciones acerca del modo de producción que le tocó vivir en la Europa de
su tiempo y que lo llevaron a concluir que las contradicciones del capitalismo
conducían, indefectiblemente, a su progresiva decadencia y a provocar un
proceso revolucionario que culminaría con un orden económico, sociopolítico y
cultural diferente, basado en la propiedad colectiva de los medios de
producción, bajo la dirección política y económica de los trabajadores, aunque
no consideró tampoco, como por los demás ha demostrado la historia, que dicha
socialización sea una condición postcapitalista madura e irreversible.
Pero esa conclusión
científica general no significa que exista una ciencia del socialismo, “porque
no pueden conocerse ex ante las leyes
de funcionamiento de algo que no ha sido observado empíricamente. (…) Fue esa
la razón de que, como ha sido reiteradamente señalado, Marx se mofaba de
quienes se ocupaban de aquellas especulaciones acerca del futuro”.
Y ahora llegamos a lo
que sin duda nos va a parecer más evidente en Venezuela:
… la confusión entre la propiedad colectiva y la propiedad estatal de los
medios de producción que se instaló a la postre en la Unión Soviética
significó, en la práctica, la concentración de esos medios de producción en
poder de la pequeña élite dirigente que manejaba el aparato estatal; la cual
terminaría por ser dominada por un alto dirigente autocrático…
Ya no era, como en
otros países socialistas al sol de hoy, la esperada dictadura del proletariado
o la clase obrera en la dirección del Estado y de la economía, sino “una
descomunal y costosa burocracia con sus clásicas características de
ineficiencia operativa y auge de la corrupción administrativa”. De manera que
con las diferencias del color local venezolano transitamos por ese mismo
despeñadero, a la manera de un emirato que derrocha millones de dólares en
propaganda y hasta para consagrar reputaciones dudosas e inventar héroes y
mártires.
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